jueves, 24 de mayo de 2012

FILIPINAS, El Nido – UN PARAÍSO CASI VIRGEN



Durante 8 días descansamos y disfrutamos del paraíso de El Nido.

Sin embargo, esta isla es muy diferente de la mala impresión que nos dejó Manila, la capital de Filipinas. Más allá de que las generalizaciones son malas, la conocida frase “son una manga de ladrones del primero al último” nos venía constantemente a la cabeza, desde que pisamos el aeropuerto de Manila, el 28 de Abril, y se siguió repitiendo en repetidas oportunidades durante nuestra estadía en Filipinas.

En primer lugar, llegamos a Manila, y no teníamos vuelo para Boracay. Fuimos a averiguar a Cebú Pacific, la aerolínea que nos trajo, y salía USD 200 por persona, solo ida, cuando necesitábamos ida y vuelta, y para 7 personas. Era carísimo.

También nos avisaron que podíamos averiguar en Zest Air, que capaz que haciendo una conexión rara, onda, nos bajamos del avión caminábamos 10 cuadras a la derecha y 5 pasos a la izquierda, agarrábamos la balsa que justo iba a dejar tirada el filipino balsero, dábamos 3 vueltas carnero, del cielo nos iban a caer 2 boletos para ir hasta Boracay, y así podíamos llegar a destino.

Para confirmar este hermoso y placentero viaje, teníamos que cambiarnos de terminal en el aeropuerto, porque Zest no está en la misma terminal 1 donde nos dejó el vuelo desde Hong Kong. La terminal 4, que era nuestro destino para esta averiguación, es del mismo aeropuerto por supuesto, pero extrañamente te cobran “only 20 pesitos” para cambiarte de terminal. “Qué Filipinos chorros”, pensamos. En ningún otro aeropuerto te cobran por cambiarte de terminal.

Averiguado este costo, quisimos ahorrarnos la jugada, y arrancamos para los teléfonos públicos de nuestra querida terminal 1. Cambiamos monedas, o sea, teníamos dólares y literalmente le dijimos a la del cambio “dame todo esto de monedas”.

Primero intentamos, y teníamos problemas de conexión, se nos cortaba la llamada, el monedero nos comía la moneda. Cuando finalmente nos pudimos comunicar, le explico al telefonista que necesitábamos 7 pasajes hacia puerto princesa. Me preguntó primero con cuantas personas viajaba, lo cual era ridículo porque ya se lo había dicho antes. Luego me preguntó cómo era mi nombre. “Gabriela Capelli”, le dije ya dudando; no hay que ser grado 5 para darse cuenta que no es necesario decir tu nombre para consultar por una bendita reserva. No le había sido suficiente al filipino, que tuvo que rematarla:”¿Estás casada?” Me pregunta, “¿viajas con tu marido?”. Como a esa altura necesitaba sí o sí los pasajes, amablemente le dije que su pregunta no era necesaria para gestionar las reservas. 

Esto sustituyó a lo que verdaderamente le tendría que haber respondido, que sería algo así como un amable “andate a lavar el c…, filipino pu….!”.
Como me remarcó que había sido un chiste, y luego me dio otro número de teléfono para llamar (al que ya habíamos intentado llamar sin éxito), nos dimos cuenta que volvíamos a estar en foja cero otra vez.

Luego intentamos físicamente trasladarnos hasta la bendita terminal 4. Salimos y nos dijeron que debíamos esperar el bus, que salía “only $20 pesitos”. La gente que estaba haciendo fila, subió, y cuando nos tocaba a nosotros, el guarda nos avisó que esperáramos a que se subieran más mujeres (en ese momento las únicas éramos nosotras). Vino más gente nueva, se subió, y el bus arrancó, y nosotros quedamos como unos boludos mirando al bus irse, atónitos de que el tipo no nos había avisado si podíamos subir, o no. Otra calentura.

Cuando quisimos volver a entrar a nuestra terminal 1, casi que no conseguíamos puerta de ingreso: todas eran para salir del aeropuerto. Allá a lo último encontramos la UNICA puerta de entrada, y volvimos a caminara hacia atrás, hicimos el camino doble. Los policías se sonríen todo el tiempo, los que están en las puertas de los aeropuertos. No sé por qué se sonríen tanto, pareciera que les da gracia que todos te caguen por todos lados si sos turista. Y mucho más divertido claro, si vos sos parte del decorado y no haces nada productivo.

Al final, Fabian se ancló en el mostrador de Cebú Pacific, y conseguimos pasajes para irnos al bendito Puerto Princesa, ya con destino El Nido, dejando de lado la idea de conocer Boracay. Llegaríamos como a las 11 de la noche. Fabiana, Gastón e Ili prefirieron ir a averiguar a Zest, y ver si podían llegar a Boracay.

En este vuelo nos encontramos con la banda de Guille Heineken, y nos alegramos de ser un grupo un bastante más grande, para defendernos mejor entre todos.
La cuestión fue que dejamos la capital de Filipinas, con una amplia y consensuada sensación de “acá nos quieren cagar a todos, huyamos”.

El mal humor no tardó en regresar: cuando nos bajamos en Puerto Princesa y salimos del aeropuerto (léase nos bajamos del avión y caminamos 2 pasos y estábamos arafue), habían entre 18 y 25 filipinos como aves rapaces pretendiendo que le alquiláramos medios de transporte para ir a El Nido.

En el grupo éramos 17, así que negociamos y 2 van nos fueron a buscar después de la cena, a un precio razonable $900 filipinos, unos $450 uruguayos.
El viaje fue surreal: íbamos muy rápido en una carretera que solo tenía curvas, ningún tramo recto, a esto sumale viajar de noche y con niebla. Finalmente llegamos sanos y salvos a las 5 am, a El Nido.

La estadía en la isla fue muy buena: hicimos tours diarios a distintas islas paradisíacas, y disfrutamos de la playa a morir. Descansamos de China que nos había dejado muertos, y nos alegramos al darnos cuenta de que la comida es más occidental: pescados, pollo, arroz, frutas, principalmente mango y ananá.

La isla de El Nido es con casas al estilo Punta del Diablo, con calles de tierra, mucho calor y humedad, con triciclos yendo para todos lados continuamente, que son baratos y la gente se mueve de esa manera.

En el resto de las islas a las que fuimos en tours, no hay infraestructura, solo son para pasar el día, y a lo sumo almorzar con las mesas que llevan en el barco. Lo único que hay en las islas, como la “Snake” y la “Helicopter” es arena blanca, agua turquesa, y palmeras con cocos.

Conocimos mucha gente, entre ellos al capitán del bote que nos llevó a los tours que hasta nos invitó a jugar al básquet con él, deporte que en Filipinas es furor!!
También hicimos amistad con los que trabajaban en el primer hotel que nos quedamos, que nos trataron de primera!! Salíamos del hotel dábamos 5 pasos y estábamos en la playa.

Algunas cosas que nos quedaron en la cabeza después de la estadía es que vimos muchos hombres con mujeres filipinas, siempre mucho más jóvenes que ellos y no se da a la inversa. Al punto que vimos a un loco que una remera que decía “My woman is not cheap”. Hoy comentábamos que las situaciones eran bastantes desagradables.
Otra de las cosas que vale la pena contar es que una persona promedio gana 350 PHP por día unos 175 pesos uruguayos por lo que tienen que tener varios trabajos para poder subsistir, más allá que el nivel de vida no sea caro. Por lo que tienen casas muy humildes y la mayoría de las personas trabaja en servicios destinados al turismo: restaurantes, tours por las playas, comercios, triciclos etc.

En esos días acá más allá de todo esto, nunca tuvimos sensación de inseguridad, y eso que caminamos de noche a las 2 de la matina, anduvimos por boliches, etc.
Hay mucho gay y trabuco en la vuelta, y es más, el único boliche “Asylum” es todo de gays. La noche que fuimos nosotros, minamos el lugar de uruguayos y uruguayas, y cambiamos la jugada, pero la verdad es que algunos varones no querían entrar, porque había filipinos haciendo bailes tipo “frota frota” entre ellos, que miraban y relojeaban para todos lados.

La electricidad es escasa en el nido: se corta desde las 6 am hasta las 2pm. Te levantas sin ventilador y te sofocas.
Los primeros 4 días nos alojamos en Rico’s cottage, unas cabañitas en la playa, con balconcitos que miraban al agua. Levantarse y ver el agua turquesa es excelente.

Sin embargo, los otros 5 días, vivimos la “era Ricardo”, nada recomendable. Ricardo es el dueño de Kalinga Beach Resort, el que alquilamos desde Montevideo, y la cagamos con esa elección. Quedaba lejos del centro, y había que caminar por al lado del cementerio de la isla para llegar. El camino era oscuro y había que llevar linternas, y además las ruedas de las valijas no rodaban porque el camino era como de tierra. Tuvimos que pagarle al chanta de Ricardo para que nos llevara las valijas. Para colmo, la reserva prometía agua caliente. 

La primera noche tuvimos agua, y caliente. El resto de las noches ni siquiera agua fría teníamos. Nos bañábamos con baldes, como podíamos. Además, varios días sobrevivimos sin electricidad, no solo desde las 6am hasta las 2pm, sino todo el día!!! El chanta de Ricardo ni siquiera se acercó a darnos una mísera explicación, y solo nos pedía la tercer reserva de agoda, porque no la teníamos impresa. Un ladrón. Nunca pagamos tanto, por tan poco servicio.  QUE ESTO SIRVA DE RECOMENDACIÓN PARA OTRAS GENERACIONES: NO SE LES OCURRA IR A “KALINGA BEACH RESORT”!!!!

La frutilla de la torta, fue el día que nos fuimos. Ricardo nos dijo que nos coordinaba la camioneta para ir hasta el Aeropuerto de Puerto Princesa. Pagamos $500 filipinos ($250 uruguayos), y allá arrancamos, nosotros 7 y 7 europeos más, con nuestras valijas colgando del techo de la minivan, junto con un filipino que también viajaba en el techo de la camioneta. Cuando llegamos a Puerto Princesa, estaban mugrientas, llenas de tierra, y casi deformes. Ahí nos topamos con la realidad de que la van no nos dejaba en el Aeropuerto de Puerto Princesa, sino que nos dejaba en la terminal de buses. Si queríamos ir al Aeropuerto, teníamos que pagar $100 filipinos más cada uno, o bajarnos y que nos llevara un triciclo-taxi por $150. Al final, luego de putear un poco al conductor, arreglamos que nos llevara por $500 entre todos (en ese momento éramos nosotros 7 y una alemana). La sensación de que te quieren cagar todo el tiempo nos volvió a la cabeza, y sobre todo la imagen de la situación es como lo más negativo: cuando estacionó la van, se acercaron 20, 30 filipinos enseguida como moscas, a ver qué onda nosotros con las valijas, a ofrecernos el triciclo, o solo a chusmear. Se acercó uno vendiendo toallas y lo mandé a cagar, literalmente, porque la rabia me salía por los poros! Casi nos agarramos a las piñas!!!

Al final, el martes 8 de mayo nos estábamos tomando el avión para Hanoi, dejando atrás las playas más hermosas que alguna vez vimos, y con la alerta prendida para cuando nos quieran volver a engatusar, práctica bastante común según dicen, de los países asiáticos para con los turistas.

Xi'an - Los Guerreros de Terracota


En el tren te avisan que estas por llegar, obviamente en Chino, entonces no se entiende nada, pero en general cuando hablan faltan 10 minutos para bajar.

Los del Hostel Xiangzimen nos fueron a buscar a la estación de tren, y en 20 minutos habíamos llegado y hacíamos el check in. El Hostel está buenísimo, re bien ubicado céntricamente, con un comedor amplio, una sala de wifi bien grande también, con sillones bien cómodos. La atención fue genial, muy amables todos.

Llegamos y nos encontramos por primera vez con gente del grupo de viaje!!! Fernando, Luciana, Nacho, y amigos nos tiraron piques del hostel, y de Xian en general. Un golazo!
La sensación en Xian fue de más tranquilidad que en Beijing y Shangai, y la belleza de la ciudad es increíble, porque conserva más arquitectura de la china antigua: la ciudad amurallada con paredes altísimas y típicas, y varios templos en las cercanías de la muralla, es como que hay más para conocer, sin tener que recorrer tantos kilómetros. Todo está más a la mano.

Y se venía otro de los días importantes de China: la visita a los famosos Guerreros de Terracota. Estos Guerreros son un conjunto de más de 7000 figuras de guerreros y caballos de terracota a tamaño real, que fueron enterradas cerca del primer emperador de China de la Dinastía Qin, en 210-209 antes de Cristo. Averiguamos para llegar y no quedaba cerca del centro de la ciudad, por lo que tuvimos que tomar un bus de línea, para llegar a la estación de buses que te llevan hasta los guerreros.

Nos habían advertido de algunos precios que no debíamos pagar, como 7 yuanes por persona el viaje, pero al no existir otra alternativa, lo terminamos pagando y en cuestión de casi 2 horas estábamos en los guerreros.

A la entrada nos volvimos a encontrar con Fernando, Luciana y el grupo entero, que salían del paseo, y nos tiraron otro pique para recorrer los galpones de los guerreros: “hagan primero el 2, después el 3, después el 1”, o algo así. La cuestión era que el galpón más impresionante, el 1, teníamos que dejarlo para lo último, era como la frutilla de la torta.

Cuando llegamos al galpón 1, la emoción fue grande: estábamos frente a los famosos guerreros de terracota. El escepticismo nos hizo en algún momento cuestionarnos si realmente algo tan perfecto, tan prolijo, podría haber sido encontrado así de casualidad. Además el galpón está perfectamente montado para la visita turística, inclusive al fondo está montado el equipo de restauradores que trabaja (diariamente quizás?) en la reconstrucción de piezas de los guerreros y/o sus caballos. Más allá del escepticismo, estábamos felices de estar ahí.

A la salida estábamos muertos de hambre y además el trajín había sido duro, todo el día para llegar y visitar a los guerreros… per bueno, había que emprender la vuelta primero, para después comer!

La elección igual estuvo buena, porque terminamos cenando en un restaurante típico chino, llamado “Big Bowl”. Por 13 yuanes (unos 40 uruguayos), nos sirvieron terrible bowl de noodles (tallarines), con vegetales y pollo cortado, todo en una salsa muy gustosa. Además de esto, pedimos otros platos con carne, ayudados por una comensal que hablaba inglés y nos ayudó a comunicarnos con las mozas que solo hablaban chino. La pregunta crucial había sido respondida: no es picante. Sin embargo, cuando lo probamos, no nos convencíamos de cómo no se dan cuenta de que SI es muuuuuy picante!!! Imposible de comer. Pedimos más noodles.

Al otro día ya se terminaba China, el gran país oriental en el que nos sentimos muy a gusto, a pesar del choque cultural y de la barrera idiomática, dado que la gente siempre estaba dispuesta a encontrar la forma de ayudar.



martes, 8 de mayo de 2012

Beijing

Luego de la tremenda experiencia del tren, llegamos a Beijing.


En la misma estación donde nos dejó el tren, nos tomamos el subte para ir al hostel, Sanlitun youth Hostel.
Cuando salimos de la estación del subte, la impresión no fue la mejor: estábamos en una avenida no muy limpia, con muchos pequeños lugares de comida tipo “hutongs” con una higiene dudosa, y una gran mezcla de olores fuertes. Sin embargo, todo el mundo come allí.


Tuvimos que caminar como 6 cuadras largas para llegar al hostel, y cuando lo encontramos nos quisimos matar!!! La entrada daba la sensación de algo viejo rotoso, sucio de otra época, inclusive pensamos que no sería la entrada para los huéspedes, sino que estaríamos entrando por la entrada de los autos. Seguimos para adentro, y para sorpresa nuestra, en su interior el hostel no estaba tan mal: muchas banderas de miles de países, y pegotines de grupos de viaje anteriores!!! Dejamos el nuestro, por supuesto.


Ese día que llegamos, no hicimos nada porque empezó a llover. Nos quedamos en el hostel, y vimos que la comida era exquisita: pizza, pasta, todo muy occidental y cerveza china.


Al día siguiente, nos levantamos temprano, para aprovechar los paseos. Fuimos hasta la plaza de Tiananmen, o La Ciudad Prohibida. Llegamos, y vimos que había gente por todos lados, muchos chinos obviamente, y nos sorprendió que la mayoría eran turistas chinos. Lo bueno en China es que no te perdes: siempre hay que seguir a la horda de chinos, y llegas a todos lados. Eso hicimos en la plaza, ingresamos, y nos impactó el tamaño de las plazas internas de la Ciudad. Seguimos hacia adentro, y nos dimos cuenta que al ir ingresando, se repite el formato de la arquitectura interna: una plaza, seguida de una estructura con techos de tipo pagoda, para luego salir a otra plaza, seguida por otra estructura, y así sucesivamente. La mayoría de los turistas iban con guías, lo cual hubiera estado genial, porque cada plaza tenía su explicación.


A nosotros sin guía, nos aburrió un poco… el salón donde el Emperador se vestía, el salón donde comía… imposible sacar muchas fotos porque estaba minado de gente.
Seguimos caminando, hasta que se vino algo divertido: nos dieron unos trajes chinos típicos, de colores y sombreros, para que nos sacáramos fotos. Los primeros fueron Gastón y Fabian. Enseguida de vestir el traje, se llenó de chinos aclamando para sacarse fotos con ellos. Primero uno, luego otro, dos, tres… veinte! Estuvieron más de media hora sacándose fotos con grupos de chinitas, chinos, grandes, chicos… impresionante! Luego todos conseguimos esos trajes, y nos sacamos más fotos, todos juntos.


Al rato nos cansamos de la ciudad prohibida, y buscamos la salida más cercana para irnos. Según nos contaron después, había lindos parques para conocer, y hasta alguna pagoda. Nosotros no llegamos a eso, pero nos fuimos contentos.


En frente de la plaza, sabíamos que estaba el mausoleo de Mao Tse Tung. Nos habían advertido que se tardaba mucho tiempo en entrar, varias horas de espera, y evaluamos que no nos convenía, porque no teníamos tantos días para usar tantas horas de espera. También nos contaron que una vez adentro del mausoleo, no se pueden sacar fotos, y tampoco se puede disminuir la marcha, hay que estar siempre caminando, y no parar, ni siquiera para observar el cuerpo de Mao.


Luego de la plaza de Tinananmen, nos fuimos para el mercado de la seda. Nos costó un tiempo llegar, y ya estábamos medios cansados de recorrer la ciudad prohibida, pero teníamos ganas de experimentar el regateo del que tanto nos habían hablado.


Llegamos, y como es habitual, la estación de subte te conecta con el mercado. En ese piso, ya teníamos ganas de comprar: era el piso de la ropa deportiva. Había remeras, pantalones, camperas, shorts de todas las marcas que se pudieran imaginar, desde Nike, hasta Armani.


Enseguida aprendimos muchas cosas del mundo de las compras en China, o por lo menos en el mercado de la seda: nunca se puede mirar algo si no lo vas a comprar. Mucho menos tocarlo. Si eso sucede, enseguida saltan vendedores de todos lados con la calculadora en la mano, para vendértelo. Si te alejas, te agarran del brazo, y te piden que le tires un precio, te preguntan por qué no lo queres comprar. La explicación simple que utilizamos en Uruguay de “estoy mirando”, no les sirve ni un poquito. Inclusive cuando vas caminando por los pasillos y mirando, los vendedores te ofrecen su mercadería todo el tiempo: “hello, hello, shirts?” “hello, dress, short, Nike, Gap?”. Nosotros solo decíamos “No, thanks”, todo el tiempo.


El regateo es muy cómico, pero termina siendo tedioso: preguntas el precio de algo, y ellos agarran la calculadora, y te ponen un precio disparatado, por ejemplo, una campera Nike a $800 yuanes. Vos le decís que nooooo, que es carísimo y lo queres “cheaper”. Te lo bajan una vez, luego es tu turno. Se lo tiras por el piso, a $100 o menos. El vendedor te dice que no, y ahí puede reírse, o calentarse. Te tira el precio de él, más bajo, hasta que luego de varias repeticiones de esto mismo, se termina en un acuerdo, que en gral es más beneficioso para el comprador, en términos absolutos, pero que seguramente también es beneficioso para el vendedor. A veces cuando quieren cerrar el precio, te dicen “finito, finito”, como que te van a tirar el último ofertón. Pero en realidad el último en decidir, siempre es el cliente, que acepta el precio, o hace que se va ofendido y el vendedor la mayoría de las veces, termina aceptando con un “ok ok” y tiran el precio ofrecido por el coprador. De ésta manera Fabian se compró un pantalón Nike a $140 yuanes ($450 uruguayos), y una campera Nike a $150. No sabemos si fue negocio o no, pero para nuestros precios vale la pena.


Conseguimos un par de Crocs a $210 uruguayos, y varios regalitos como abanicos, palitos chinos, papiros. Las chucherías las compramos todas en una misma tienda para aprovechar que ya habíamos iniciado el regateo, y como insume mucho tiempo, ya estábamos cansados. Ahí al final compraron Gaston y Fabi, y también Díaz, Nati, e Ili. Como habíamos comprado mucho, le pedimos a la vendedora que nos hiciera un regalito, y nos dio 2 patitos de cerámica.
Salimos exhaustos del mercado, y nos fuimos a comer y luego al hostel, a descansar para el otro día.


En el hostel, había unos argentinos, que nos recomendaron ir al llamado “Jardín de Verano”, que supuestamente era el lugar de descanso del Emperador.
Fuimos, y enseguida nos encantó: todo un parque con todo tipo de árboles y plantas, lleno de caminos que llevaban a montañas de piedras y escalones, que fuimos subiendo, hasta ver un paisaje excelente de vegetación, y hacia el otro lado, un lago con barquitos, y un puente gigante. Sacamos fotos a rolete, y luego de la subida, bajamos para ver si nos podíamos subir a uno de esos barquitos. Cuando bajamos nos dimos cuenta que toda la recorrida llevaba más tiempo del que pensábamos, paramos a comer algo, y cuando finalmente llegamos a los barquitos, no nos pudimos subir, porque ya no vendían más entradas luego de las 16.30 hs. Nos sacamos más fotos con el lago de fondo, y nos fuimos.


Pasamos por una plaza de comidas y centro comercial a comprar helados en Dairy Queen, para seguir camino rumbo a la Villa Olímpica. Como era domingo a la tarde/nochecita, pensamos que el subte iba a estar más vacío. Error. En pleno domingo a la noche, el subte estaba igual que cualquier día de la semana: lleno. Dejamos pasar algunos subtes, para ver si teníamos más lugar, y no fue exitoso. Nos subimos a uno lleno, para bajarnos en la estación de la Villa Olímpica. Cuando nos íbamos acercando, cada vez las estaciones y los trenes eran más modernos; se notaba que la infraestructura había sido mejorada para la época de los juegos olímpicos de Beijing 2008.


Cuando estábamos llegando, en el pasillo de la estación del subte, vimos a 2 personajes archiconocidos: Mikey y Minnie, para sacarse fotos con ellos. Hicimos el intento, pero cuando vimos que a los anteriores chinos les quisieron cobrar, desistimos al instante.
Llegamos a la Villa, y estaba todo iluminado, precioso. Caminamos como bestias, hasta que llegamos al imponente Nido de pájaros, el estadio de fútbol de las olimpíadas. Estaba todo iluminado con luces rojas, y ahí nos detuvimos para sacarnos varias fotos. Algunos chinos nos pidieron para sacarse fotos con nosotros, y nosotros accedimos obviamente, no sin antes poner en el escenario fotográfico a la gloriosa bandera celeste.


Luego caminamos hasta el cubo de agua, la impresionante estructura que alberga todas las piscinas de competición de los juegos olímpicos. En un momento la vimos cambiar de color, de celeste a violeta, etc, pero luego quedó fijo el color celeste. Por afuera simula ser un cubo de una infinidad de gotitas de agua. De lejos se ve como si fueran paredes lisas, pero de cerca se ve que son circulares, como gotas propiamente dichas, una al lado de la otra. Cuando llegamos, al lado había una gran superficie de suelo, de donde salían muchos chorros de agua, moviéndose sincronizadamente, y lo aprovechamos para sacar muchas fotos. Luego se cortó el agua, y nos acercamos más al cubo, para sacar fotos más de cerca. Cuando no pudimos más del cansancio, nos fuimos rumbo al hostel.


Estabamos exhaustos, y muertos de hambre, por lo que en el hostel mismo pedimos sándwiches para compartir, y pasta: el plato preferido de todos por lo abundante y rico era los “pennes con mushroom sauce”. El plato salía 30 yuanes, unos $90 uruguayos, para cada uno, pero rendía porque te quedabas lleno.


Los días anteriores habíamos organizado los paseos según el clima, que realmente no era el mejor, y no nos quedaba más margen para seguir posponiendo la muralla china: el último día, el día del tren a Xian, teníamos que hacerlo. Contratamos un tour en el mismo hostel, que por $260 yuanes nos llevaban, nos traían, y teníamos incluído el desayuno en el hostel, y el almuerzo en la montaña. Valía la pena, porque no teníamos tiempo que perder, en llegar a la montaña. La decisión fue correcta, porque en el bus que nos llevaron, demoramos más de 1 hora y media en llegar, y lo mismo a la vuelta. Luego nos enteraríamos que a unos amigos le habría costado llegar a la muralla por sus propios medios, engañados por las chantadas de los buses, que no los dejaban viajar, con tal de hacer negocio con los trayectos en taxi.


Allá estábamos, a los pies de la Gran Muralla China, con un día nublado que no podía más, pero con terrible ansiedad de subir. Era EL DIA de China. El guía nos explicó por dónde debíamos subir a la montaña, y así lo hicimos; compramos un ticket de $80 yuanes, que incluía la subida en aerosilla a la estación 6 de la Montaña, y al final nos tomábamos para bajar, unos carritos que van por una especie de tobogán, muy divertidos.


Las estaciones, son como pequeñas casitas que están cada tanto en la muralla, y están numeradas hasta la 23, que es la más alta. Sin embargo la 21 es la última hasta la que se puede subir. Sabíamos que teníamos aproximadamente 3 horas para estar en la montaña, porque eran como las 11 am, y a las 14 debíamos estar debajo de nuevo, para llegar al almuerzo. Era un desafío para nosotros, que veníamos cansados de todo el trajín de China, y ese mismo día teníamos que hacer el viaje en tren, con todo el cargamento de valijas.


Pero querer es poder, y poco a poco fuimos subiendo aquella montaña, con subidas y bajadas en su interior, con escalones, o sin escalones, y con mucha mucha humedad. Mirar el camino empinado no era muy alentador, a la vista parecía casi imposible. Naty abandonó la travesía en la número 20, y el resto finalmente llegamos a la 21! Había bastante gente arriba, descansando, y vimos una bandera de China flameando, ideal para sacarse fotos. Así lo hicimos, hasta que nos dimos cuenta que la bandera era de una de las tantas vendedoras que hay en todo el recorrido de la muralla, ofreciendo alimentos, bebidas, inclusive en la cima ofrecían libros gordos con imágenes e historia de la muralla. 
Como no compramos nada, a los 10 minutos la vendedora se enojó y descolgó la bandera. No nos importó; ya habíamos sacado las fotos, y debíamos volver, porque nos esperaba el almuerzo.


A la vuelta, era más fácil porque íbamos en bajada; en algunas nos dejábamos caer corriendo con el solo impulso de la pérdida de altura de la montaña.


Finalmente llegamos a la estación 14, donde estaba la bajada en el tobogán con los pequeños carritos. Fue muy divertida la bajada, porque el tobogán iba zigzagueando la montaña, y se podía ir más rápido o más lento, según estuvieras en una curva o no. Aprovechamos la ocasión para filmar, pero no sabemos por qué, el video quedó cortado. Una lástima, porque fue realmente muy divertido.


La verdad es que teníamos poca confianza en el almuerzo, porque de seguro fuera comida China, pero no como la del Cantón Chino de Montevideo, sino la olorosa, la real comida China, cuyo aspecto y olor nos repugnaba siempre que la veíamos en cada restaurante o cada Hutong. Y nos equivocamos, gracias a Dios.


Llegamos, y la mesa era redonda, con mantel blanco, y en el medio tenía una gran bandeja de vidrio giratoria, en donde iban girando muchos pequeños platos de distintas comidas. Tenían buen aspecto; pollo, verduras, arroz. Algunas verduras se distinguían fácilmente, como el repollo, el tomate cortadito en cubos, las cebollitas. Otras especies no tanto, como algunas verduras verde oscuro, mescla de alcauciles con lechuga, pero de color oscuro.


Empezamos a probar, discriminando lo picante de lo no picante, pero por suerte nos alegramos de saber que la mayoría no era picante, y lo que sí era, no lo era al extremo de no poder comer (como ya nos había pasado antes con una simple hamburguesa de Mc Donalds). Fue una felicidad el almuerzo! Estábamos muertos de hambre y al poco rato fusilamos todos los platitos de comida. Así, satisfechos, subimos al bondi que nos llevaría de vuelta.


Llegamos muertos al hostel, como a las 5 menos cuarto de la tarde. El check out había sido al mediodía, pero estábamos ansiosos por llegar y bañarnos antes de salir. Le avisamos al recepcionista de la situación del check out tarde, y nos bañamos y emprendimos la retirada sin ningún cargo extra, para alegría de todos.
Averiguamos donde quedaba la estación de tren, pensando que sería igual que la estación de la venida: conectada con la estación del subte. Pero no era así, luego de tomarnos 3 subtes, teníamos que salir de la estación, y tomarnos un bondi porque los trenes estaban a 3km.
La recorrida hasta llegar al tren fue una odisea, pero logramos llegar a tiempo.


La impresión de la estación de tren fue mala desde el primer momento: una mugre y todo medio viejo. Esto era un adelanto de lo que sería el tren. Sabíamos que no iba a ser igual que el que nos tomamos de Shangai a Beijing, porque el anterior era soft sleeper, y éste era hard sleeper, pero no pensamos que fuera tan feo.
Entramos y sentimos el olor nauseabundo del baño. Si ya estaba sucio antes de salir, cómo sería después…


Los camarotes eran de 6 camas, 3 de un lado y 3 del otro, y nos tocó en el de más arriba. No había casi lugar para las valijas, y trancamos todo el paso de la gente mientras adivinábamos cómo meterlas. Una china nos indicó que había lugar arriba, en un hueco en el techo del camarote, y empezamos a subirlas. Luego de esta entrada en calor, comimos algo, y a los 5 minutos el tren apagó las luces, y no se podía hacer otra cosa que dormir.


El aire no lo controlábamos nosotros, como en el soft sleeper, y nos ventiló la cara durante toda la noche, nos daba directo porque venía de arriba, pero era demasiado frío. Nos tapamos hasta la cara, y nos dormimos.


Al otro día, a las 8 am, estaríamos en Xian, y estábamos contentos porque los del hostel nos iban a buscar a la estación de trenes.

Shangai


Shangai es una ciudad muy moderna, más de lo que imaginábamos.

Llegamos, y tomamos el subte para ir del aeropuerto al Hostel, “Rock & Wood”. Cuando nos bajamos de la estación de tren, el choque fue instantáneo: mucho desorden, mucho olor a comida, mucho tránsito obstaculizado, muchas bocinas de motos, y reglas de tránsito que no existen en la práctica.
Intentamos comunicarnos en inglés con algún chino que nos ayudara a llegar al hostel, por más que sabíamos que estábamos cerca. Nada, cero inglés.

En una esquina, le mostramos la dirección escrita en chino a un local que nos entendió y nos hizo señas de que siguiéramos para adelante. Sabíamos que teníamos que pasar una escuela, y la vimos. Llegamos a la siguiente esquina, y un chinito nos hizo señas del Hostel, sin que le preguntáramos. Imposible no pasar como turista.
Llegamos al fin. El hostel, un lujo: un jardín con un laguito con peces, un lobby grande con pool, muchas mesas, terrible bar. La gente del hostel re bien, nos estaban esperando, sabían que éramos 7 huéspedes de Sudamérica, y les dio gracia que estuviéramos todos vestidos con el polar del grupo de viaje.

Hicimos el check in, y nos fuimos a dejar las valijas. El dormitorio re lindo, pero abrimos la ventana y no soportábamos el olor a comida frita que entraba. La cerramos. Por suerte andaba el aire acondicionado, no por el calor, sino para renovar el aire.
Salimos en busca de provisiones. En frente, un mini market, con paquetes de comida en letras chinas. Quisimos comunicarnos en ingles con la vendedora, sin suerte. Cruzamos al otro market, y un chino nos empezó a seguir. Solo nos miraba, y nos seguía. Le llamábamos la atención, o eso supusimos. En el otro market, intento de ingles, fracasado. Las vendedoras se ponían nerviosas cuando hablábamos en ingles o español, nos miraban y solo se reían.

Nos preguntaron si queríamos bolsa de plástico, antes de cobrarnos la comida. La razón es que las cobran, 0,30 yuanes por bolsa, aprox $1 uruguayo y las bolsas tienen menciones al medio ambiente por ejemplo “The world is melting”, no consumas bolsas de plástico.
El vuelo nos había matado, habíamos volado 14 horas desde Chicago, y habíamos dormido “a lo avión” léase, mal. Eran como las 7 y poco de la tarde y caímos muertos. Algunos pudieron bañarse, Fabian y yo no.

Al otro día salimos a recorrer Shangai. Nos fuimos hasta la famosa calle Nanjing Road, que es bien céntrica, y llena de comercios, para desembocar en algún circuito turístico. Fuimos a dar al Museo de Arte, en donde regateamos un City Bus, para hacer un tour. El precio regular era 300 yuanes, y lo terminamos pagando 160 c/u.

Estuvo buena la opción del City Tour, porque seguíamos cansados por el cambio de horario, y ya habíamos caminado mucho, sin lograr ver más que una ciudad moderna, y nada de la china antigua.
El bus nos llevó por varias calles principales, hasta el xxx Temple. Obviamente que la sensación de conocer el primer templo fue impresionante. Entramos y escuchamos sonidos como de campanitas, y seguimos la costumbre de los locales, que entraban y encendían inciensos para dedicarle al Buda.

Ingresamos y vimos varias imágenes religiosas, así como monjes, hasta llegar a la sala mayor en donde estaba el Buda. Ahí se podía dejar unas monedas, y firmar el libro de visitas. Fabian lo hizo, pero le puso monedas uruguayas!

De ahí fuimos al Templo del Buda de Jade. Cuando llegamos estaban rezando. La ceremonia es con cánticos, y todos los monjes al mismo tiempo cantan y rezan. Es realmente muy solemne todo lo que se vive ahí. Luego un guía nos habló de distintas religiones, y nos contó que había varias salas en el Templo, donde podíamos ver al Buda feliz, con su clásica sonrisa, al Buda reclinado, y finalmente la buda de Jade. Para ingresar a verlo había que pagar 10 yuanes más, y no se podía sacar fotos al buda de Jade. Pagamos en ingresamos. Cuando llegamos no había nadie, nos pareció un poco una desilusión, porque no era nada grande, si era bastante lujoso, todo dorado, color del jade. Enseguida llego una china, y pagó a unas anfitrionas para que le vendieran una botella de aceite. Las anfitrionas lo usaron para volcarlo en una hornito que está al lado del buda, y eso se consumió y largo humo. Luego oímos a un guía que explicaba que el aceite es la mayor ofrenda que se le puede hacer al buda. El buda de jade es muy importante, porque sobrevivió a varias invasiones, e incendios, y los monjes del templo fueron muy astutos y lo protegieron con paredes de madera, por lo que sobrevivió, manteniéndose casi intacto.
Lo que nos pareció raro es el hecho de que los templos están orientados a turistas, a sacar fotos mientras rezan, cuando andan por ahí, como que estos han tomado mas una un fin turístico, como perdiendo el fin espiritual con el que fueron creados.

Linda experiencia, pero ya llevábamos 2 templos y se nos estaba terminando la tarde. El Bus incluía un crucerito por el río Huanpu, el que divide al centro de Shangai en 2 zonas, de un lado el Pudong, con el famoso barrio Bund, donde se encuentran muchos rascacielos impresionantes, y la famosa Perla de Shangai, la torre de televisión con su forma rara, de especie de obelisco con esferas.

Llegamos al río a las 16,30 y corrimos al Crucero, y llegamos a tiempo! Había empezado a llover, y el día estaba gris. Vimos el barco y quedamos de cara: era super lujoso, para nosotros que parecíamos unos indigentes, y todos uniformaditos de verde. Nos subimos, y adentro tenía arañas de piedras preciosas, alfombras sillones acolchonados y aterciopelados. Preguntamos si incluía comida, y no… a los 5 minutos el resto de las mesas empezaron a recibir masitas, y bebidas. Nos queríamos comer los dedos…. Pero preferimos esperar a comprar comida por nuestra cuenta que seguir sería más barato.

Fue tremenda experiencia el crucero, anduvimos por toda la bahía de Shangai, y no podíamos creer que fuera pagando muy poca plata para lo que era el crucero!!

Del crucero quisimos ir la hostel, y nos perdimos. Preguntamos en la calle, nos intentaron ayudar, y nada. Al final preguntamos en un local de alquiler de coches, único lugar que encontramos donde hablaban inglés, y nos dijeron que íbamos bien, camino al subte. Como seguía lloviendo, nos apuramos, y llegamos al bendito subte.

De camino compramos comida en un Mc Donald’s de adentro del subte. El encargado del pedido fue Fabiancito Diaz, porque tenía que salirse de nuestro lado del subte, para ir al otro, para hacer la compra. Cuando llegamos al hostel, todos abrimos los paquetes de comida, desesperados, y todos comimos bien, menos Fabiancito y Naty, cuyas hamburguesas eran picantes!!! Tan picantes que no las pudieron comer. Se querían matar, pero luego el cansancio ayudó, y nos olvidamos de la comida, y nos dormimos.
Al otro día tomábamos el tren a Beijing, y Fabiana, Robles y Nati tenían que salir a comprar valijas.  A Fabian se le había muerto “Enrique” (su valija antigua), y a Fabiana le habían roto su Zenit en el vuelo de Chicago a Shangai, por lo que la habían indemnizado con 500 yuanes, unos $1500 uruguayos (luego de regatear la indemnización que había empezado en 200 yuanes). Nati también tenía su valija montevideana a la miseria. Los del hostel nos explicaron como llegar a un mercado barato, pero no de la peor calidad, y el último día antes del tren, nos fuimos hasta alla. Salimos del subte y vimos que la salida del subte era ahí mismo en el mercado. Era una especie de techitos verdes de Montevideo, pero cerrado. Lleno de zapatos, bolsos y carteras, valijas y carriones. Encontramos varios, y regateamos a morir. Al final compraron 3 valijas por 600 yuanes, es decir 200 yuanes cada una, unos $600 pesos uruguayos. Conseguimos un Carrión también, a 150 yuanes, unos $450 uruguayos.

Ya con las valijas, nos fuimos a recorrer los alrededores del jardín yuyuan, con el objetivo de entrar a conocerlo. Llegamos y  nos encontramos con un barrio muy pintoresco, con arquitectura de la china antigua, que resultó ser la ciudad vieja de Shangai. Impresionante. Había muchos comercios, y mucha gente, los precios eran más caros que los que ya habíamos visto, y decidimos no comprar nada. Buscamos el jardín yuyuan, y gastamos mucho tiempo en eso. Al final no pudimos llegar a la entrada de tanta gente que había, y nos tuvimos que ir, porque en el hostel nos esperaban para hacer el check out, y luego debíamos ir por el tren a Beijing.

No sabíamos bien lo que nos esperaba en el tren, y teníamos un cacho de incertidumbre sobre lo que podía pasar, con quien nos iba a tocar, ya que los cuartos son de 4 y éramos 7: las mujeres para un cuarto y los hombres para el otro. Llegamos medio justos de tiempo y tuvimos que correr para llegar a tiempo. Cuando llegamos a la estación nos indicaron mostrando los tickets del tren obviamente imposible preguntar algo!!

El tren una joyita, mucho mejor de los que nos esperábamos, era muy moderno, las camas estaban muy buenas, pudimos meter todo el equipaje con un poco de fuerza y nos pusimos a comer una galletas en el cuarto de las mujeres que habíamos comprado para la cena.

A todo esto no se había subido la cuarta persona. Al rato vemos que para en una estación y empieza a subir gente, entonces nos fuimos al cuarto a marcar territorio. A todo esto cae una mujer al cuarto de hombres que nos mira con miedo y sigue. Al instante vuelve a mirar y se va. A los pocos segundos vuelve con un loco, hablan algo en chino, se mete al cuarto y nos dice “Hi”.

La china media asustada se subió a la cama y se quedó calladita. Al rato nosotros le sacamos conversación y nos pusimos a hablar de donde era, de que trabajaba, si conocía Uruguay. La flaca re buena onda googleo Uruguay y nos dice “Soccer”. Pegamos amistad con la china y nos enseño a pronunciar algunas palabras y nos pidió los mails para ayudarnos a llegar a la muralla china sin tener que pagar un tour, una fenómena!!
En conclusión Shangai nos pareció un poco futurista, con construcciones muy modernas, con poca arquitectura de la antigua China salvo en la ciudad vieja. Pero la gente nos trató muy bien, tanto el chino como extranjeros, por ej. unos franceses que estaban en el mismo  hostel nos ayudaron a aprender cómo funcionaba el metro, indicaciones para llegar al centro etc.

El vuelo Chicago - Shangai

Nos tomamos el vuelo de Chicago a Shangai el lunes a las 10.40 am de Chicago. El vuelo dura 14 horas y llegamos a Shangai a las 14.30 hora de Shangai. Esto es como un túnel del tiempo!
El avión es gigante; los anteriores tenían 6 o 7 filas, este avión tiene 9, y es más espacioso. Menos mal que es un poquito más grande, porque así podemos estirar más las piernas y poder soportar las 14 horitas más cómodamente.
 
Nos costó bastante completar la previa al vuelo: hacer el check in nos insumió más de ½ hora; al principio nos paramos en la primera estación de computadoras para hacer el check in automático. No pudimos. Es imposible pasar el pasaporte por el lector de barras. Averiguamos, y lo hicimos en el mismo mostrador donde te pesan la valija grande que va en la bodega.
 
Luego la inspección de seguridad del aeropuerto: metimos la pata con algunas cosas nos abrieron 2 mochilas, la de Naty y la mía y a mí me sacaron el protector solar que era de más de 200 ml. Qué gila!!! A Naty le perdonaron que llevara un tarro gigante de Xanapie, tuvo suerte.
Una vez adentro del aeropuerto no nos fue tan mal, nos subimos al avión, y enseguida estábamos despegando. El despegue pensé que iba a ser más complejo, por el tamaño del avión, sin embargo se sntió bastante parecido al de los aviones más pequeños.
 
Comenzaron las 14 horas de vuelo, bastante bien ya que enseguida del despegue nos trajeron un snack y una bebida. Al ratito el almuerzo! No me daba el tiempo de hacer la digestión. Le saqué foto al almuerzo, siempre le saco foto a las comidas, porque sé que mi madre me va a preguntar qué comí. El almuerzo fue polentoso: bifes en una salsa muy gustosa, con chauchitas y arroz de acompañamiento. Esta fue la primera vez que probamos la textura del arroz asiático (a pesar de volar en American Airlines): es muy pastoso, y eso explica por qué los asiáticos lo pueden agarrar tan fácilmente con los palitos. Luego teníamos ensalada de lechuga y tomate, y una bandejita con una especie de pescado-pollo frío, que estaba bien rico. De postre brownie de chocolate! Nos partimos la boca!!!
 
Las películas del avión no nos convencieron, así que optamos por el combo de jueguitos electrónicos: salió campeonato de tetris. Luego dormimos una siesta, no sé cuántas horas  habrán sido, pero entre 2 y 4. Me desperté a las 5 y pico de Uruguay, ya ni sé qué hora era en China, ni en Chicago. El horario pasó a ser el del organismo. Y al ratito, la merienda.
 
Pensamos que se vendría cafecito, tostadas, o galletitas, en fin, algo dulce. Y vimos venir una cajita de american para cada  uno. ¿Qué habrá adentro? La tocamos, estaba fría… desconcierto… la abrimos: un sandwich de pollo! Chan! Y con un sobre de mayonesa! Bo! Son las 6 de la tarde ora organismo! No me puedo clavar una burger de pollo con mayonesa! La hamburguer que Gaby no se comió va para la mochila para ahorrar la merienda (Son mas días en Nepal!!) Entonces le pedimos café con leche a la azafata, y comimos las galletitas que teníamos en la mochila, que habían sido el desayuno antes del aeropuerto.
 
En USA el tema del café es diferente: para café negro le tenes que pedir “Black coffee”, y creemos que “coffe” solo es nuestro querido cafecito con leche. Pero por las dudas nosotros siempre aclaramos “coffee with milk”. Pero esto nos trajo una sorpresa: lo pedimos y no tenía azúcar. “Excuse me, can I have some sugar, please?”, le dijimos a la azafata, y nos contestó que para la próxima le pidiéramos “coffee with milk AND sugar”, porque nuestro pedido había sido tan específico, que ella entendía que no queríamos azúcar, le pareció raro pero no nos la ofreció antes. Una cosa más aprendida. Seguramente en China las cosas sean diferentes, y tengamos otras cosas nuevas que aprender, pero todo sirve, “el saber no ocupa lugar”, je.
 
Varias veces durante el trayecto chusmeamos el estado de la ruta, en la pantalla del avión. Te va mostrando todo el trayecto en el mapa desde la salida, y lo que falta hasta el destino, los metros de altitud a la que volamos, la velocidad a la que vamos, y la temperatura afuera del avión. El trayecto total al inicio eran 11.347 km y volamos aproximadamente a 9.500 mts de altura casi todo el viaje, a unos 1.000 km por hora.
Es buenísimo comparar la idea previa que uno tiene de las cosas, con lo que en realidad son: en el mapa, si lo vemos como habitualmente hacemos, es decir, con USA al norte y a la izquierda, la ruta hace como una U invertida: sube hasta el norte de USA, pasa por el polo norte, y luego baja, por Rusia hasta llegar a China. “Qué ruta rara”, pensamos, “no sería más corto hacerlo recto?”. Y confirmamos que somos unos chongos: la ruta más corta debe ser la que efectivamente recorre el avión, yendo al polo norte primero y luego “bajando” hasta China. Por eso somos contadores y no pilotos, jeje!
 
Y acá vamos, transcurrió más de la mitad del viaje y no lo sentimos para nada pesado: ya hicimos 2 comidas, dormimos, jugamos, y ahora estamos relatando, y leyendo libros: yo sigo con el Diario de Ana Frank, y Fabian comenzó “El peso de la cruz”, de Amado.
 
Estamos ansiosos de toparnos con el choque cultural Chino. Ya tuvimos un pequeño adelanto en el aeropuerto, cuando vimos muchos chinitos antes de subir al avión, escuchando las indicaciones de su azafata bilingüe, en Chino y en Inglés. También nos divertimos mucho con una amigüita que nos hicimos en los asientos del aeropuerto: una chinita de aproximadamente 4 años, que nos hacía morisquetas y se reía con nosotros. Todo era muy normal, hasta que la chinita inesperadamente cerró los ojos, y nos sacó la lengua! 
Muy fuerte! Realmente era un poema la metamorfosis que hizo la niña al poner esa cara! Era muy graciosa, y estallamos en risa, espero que la madre haya pensado que nos seguíamos riendo CON ella. Se pasó la chinita! Le saqué una foto para que conozcan a este personaje!! Luego había un bebito más chiquito, con una carita muy particular. Los botijas tenían unos peluches con forma de pájaros y empezamos a imitarlos con nuestros pasaportes!!
 
El cruel de Fabian decía que se parecía a un alien. (era uno de esos muñecos del caso Roswell con la cabeza ancha a la altura de las orejas que se va afinando hacia abajo hasta el mentón FOTO DE EXTRATERRESTRE PARA MOSTRAR SIMULITUD) Risas otra vez. No podemos empezar así muchachos… en algún momento se van a dar cuenta…. Je.
 
Luego en el avión, la señora china que está del otro lado del pasillo a nuestra altura, también, un show aparte. Primero le pidió ayuda a Fabi para subir la valija al compartimento de arriba. Bien. Luego le pidió ayuda a la azafata, para reclinar el asiento. Nota: para reclinar el asiento solo hay que tocar un botón. 
Luego, entre medio del almuerzo y la merienda, se clavó terrible pomelo que no sabemos de dónde lo sacó! 
Fue mortal! Debe haber roto el baño después de ese Pomelo…..más los chinos que comen arroz y garbanzo en todas las comidas!! Lo cortó a la mitad, y lo empezó a chupetear, y había perfume a pomelo en todo nuestro sector del avión, jaja. Muy graciosa. Además hace calor en el avión, no mucho, pero la china está muerta de frío pobre, se pasó el viaje entero con la manta y con terrible campera. Obvio, para un oriundo de Chicago hace tremendo calor, pero para ellos debe hacer terrible frío! Para nosotros es intermedio, tirando a calor. Yo ni saqué la frazada.
 
En este momento faltan exactamente 6 horas para llegar, y estamos disfrutando de un genial paisaje. Estas pasando por arriba de Siberia, es impresionante la vista!! Son montañas congeladas, con una especie de ríos atravesándolos muy salado!! Sacamos fotos!
 
Vamos a ver si el cambio de horario nos afecta, por suerte pudimos dormir bastante pero ya estamos con ganas de bajar, lo bueno de estos vuelos que aprovechamos a descansar un poco que veníamos caminando mucho en Chicago y sobre todo en Miami que no paramos un segundo….ahora vamos a pegar una caminata para estirar las gambas
 
Ya falta menos…..

lunes, 16 de abril de 2012

Chicago, la ciudad del viento

Desde el jueves 12 y durante 4 días, disfrutamos la gran metrópolis que es Chicago. Ya desde el avión de 3:20 hs que nos trajo desde Miami, se podían observar los rascacielos imponentes del famoso Loop del centro de la ciudad. El loop es donde se concentran los edificios más altos, y donde se concentran el centro financiero.

Descubrimos que es la ciudad del Hot Dog: el cásico tiene de todo, cebolla, tomate, morroncitos, y hasta picanties. El pan tiene granitos negros que se parece al lino, y Fabiana dice que es amapola. Estan muy buenos!! Y la cerveza de aca es muy rica tiene un gusto diferente!
La gente es muy amable, acá todo el mundo nos para a hablar en la calle, y como estamos todos con los uniformes del grupo, nos preguntan si somos de un equipo de fútbol!!!

El jueves, fue el día que coincidimos en Chicago con Guille (Nario) y Agustina, y fue una noche muy bizarra. Estábamos caminando por la calle buscando un lugar para comer, cuando un hombre cuarentón nos dice “Hey, are you from Brazil?” Nos entró a hablar que su novia es brasilera y se llama Liliana. Nos habló varios minutos y nosotros queríamos ir a comer a algún lado, el nos recomendó un lugar y al final terminamos yendo a comer pizzas a unos de los lugares más conocidos de acá en este tipo de comida: Pizano’s pizza & Pasta.
El flaco nos pagó una ronda de cerveza, gastó 70 USD y no nos conocía, esto que veteranos te paguen los tragos me sonaba conocido….

El viernes llegaron Naty y Fabi Diaz!!! A la tarde salimos de caminata por el Loop, y a la noche fuimos a comer Hot Dogs a un lugar muy pintoresco, con mesitas con manteles a cuadritos, y mucha decoración de colores.

El sábado desayunamos, y nos fuimos a hacer compras al Sports Authority, una tienda de 7 pisos, donde hay cualquier cantidad de ropa deportiva. Hicimos compras varias, sobretodo en el piso de “Bargains” (descuentos).

A la tarde fuimos al Skydek de la Willis Tower, primero te muestran un video de la historia de la torre, como se construyo, cuanto demoró etc, La torre tiene 103 pisos, y obviamente una vista increíble, se ven 4 estados desde ahí que son todo Illinois, Wisconsin, Michigan e Indiana , el tema que como estaba nublado no se veía tanto…

La gente que estaba allí eran la mayoría turistas, y tuvimos como 2 hs de espera para subir, dado que al ser sábado estaba lleno de gente. La sorpresa fue, que llegando al piso 103, vimos los 4 decks de vidrio que tiene la torre, para sacarse fotos, de los cuales en 1 estaba instalado el fotógrafo del lugar, que te vende la foto, y en otro había una novia, sacándose fotos de 400 formas distintas!!! Entonces, para el sábado a la tarde, habían solo 2 decks para la cantidad que éramos! Pero valió la pena la espera, y pudimos sacarnos las fotos en la Willis.

Ese mismo día nos fuimos hasta el Millenium  Park que es muy lindo, sumamente cuidado, nada sucio, y hay un seguridad en el parque por lo que nadie se pasa de vivo!! En ese parque hay un poroto gigante, en el cual se reflejan todos los edificios dado que el poroto es todo espejado. Mucha gente se pasa horas sacándose fotos graciosas en ese lugar!! Los edificios se ven deformes por la forma del poroto, pero las tomas están buenísimas. Ahí metimos bastante creatividad!

A la noche, a pesar del cansancio, caminamos hasta el Navy Pier, que es un parque de diversiones que queda en el lago, súper iluminado. Tiene una rueda gigante que se ve a lo lejos, e imaginamos que la vista desde arriba debe ser increíble. No subimos, porque estábamos cansados de seguir pagando entradas (“admission”), y porque ya estábamos muertos.

El domingo, conocimos el museo de ciencia e ingeniería. Es realmente impresionante y hay una variedad de cosas para mirar. Nosotros nos pasamos rato en la exhibición del submarino Aleman U-505, que fue el que capturaron los yanquis en 1944 durante la segunda guerra mundial. El tamaño de ese armatoste es impresionante! Luego fuimos al sector de la carrera espacial, que también está bueno, y nos sacamos una hermosa fotografía de astronautas. Luego fuimos a ver unas maquetas muy buenas: una es del Loop, donde se ven los principales rascacielos. Luego hay varias, de varios trenes, como el que conecta Chicago con Seattle. Son realmente muy detalladas, y los amantes de los trenes en miniatura se volverían locos ahí. También vimos una pequeña simulación de un tornado, de un tsunami, entramos a un cubo que cambia de colores, y un montón de jueguitos de ciencia, bastante inexplicables por cierto, y luego nos metimos en la parte de ADN.

Lo último que hicimos en esta ciudad maravillosa, fue ir al Shedd Acquarium. Es impresionante la cantidad de pececitos de mil tamaños y colores que se pueden ver. Pero además vimos delfines, pingüinos, sapos, ranas, tarántulas, manta rayas, tortugas gigantes, más un montón de otros bichos raros de todas partes del mundo.

La verdad es que nos vamos de Chicago con la alegría de haber conocido una ciudad hermosa, con gente muy amable, y con tantos lugares para conocer!!!

El próximo destino ya nos espera en otro continente: el asiático, donde empezamos la travesía en Shangai.

Veremos qué acontece!!!

martes, 10 de abril de 2012

We are sexy and we know it!!!

Estar en Miami, específicamente en el centro de South Beach,  es como estar en una vidriera: casi todos acá están muy pendientes de mostrar sus autos, de estar en lugares VIP, de estar tuneados.

Como en la zona que estamos es muy turística, todo es muy caro, y nadie cocina, todos comen afuera todo el día. Un menú estandar en la famosa Ocean Drive sentado a los pies de la costanera puede costar entre 15 y 30 dólares, más la bebida espirituosa a unos 15 dólares más. O sea que un menú estandar no es tanto más caro que ir a Don Pepperone en Montevideo....
Nosotros comimos en Subway todo el tiempo, porque el precio está bien y es más sano que Mc Donald’s.

La playa es espectacular, quedamos deslumbrados. Las expectativas eran pocas, por los comentarios que habíamos escuchado, pero nos sorprendió el color turquesa del agua y la cantidad de algas!!!

En la playa hicimos un amigo de Ohio, que se quiso sacar una foto con Ili; y lo logró!!!Le pedimos al veterano que nos sacara una foto, y nos dijo que solo si el se sacaba una con Ili!! Estuvimos hablando con él sobre nuestro viaje, y concluyó “si hacen este viaje ahora, qué van a hacer cuando tengan 40???”

Hoy llegan Fabiana y Gastón, y nos mudamos de Hostel. En el Santa Bárbara donde estamos no pudimos dormir bien, porque está la música al mango todo el día… y la noche!!! El ambiente esta maso por eso nos dejó una linda anécdota….

Cuando llegamos estábamos en un cuarto de 8 personas, nosotros 5 y una sueca un sueco y un veterano. El tema que a la segunda noche el sueco (precioso gurí) cambió por un ficha de Nueva York. Cuando llegamos el moreno estaba tirado en la cama con los pantalones por la rodilla hablando por celular. Nosotros estuvimos 5 minutos en el cuarto y fuimos al lobby para ver el partido de Aguada, cuando volvimos el mostro estaba tirado en mi cama abrazadito de mi almohada.  Un hdp!! Lo empezamos a llamar “My friend, my friend” el muy sorete estaba tan pasado que no reaccionaba,  luego de sacudirlo un poco, medio que balbuceo algo que no supimos descifrar que era y fue a desfallecer a su cama.

Al rato le empezó a sonar una alarma que la escuchábamos todos menos él, por lo que calculamos que fue al baño y cuando salió no sabía donde estaba parado y se metió en mi cama…


Así que ahora nos espera el Jazz Hostel!!! Está como a unas 17 cuadras de acá, así que vamos a tener que meter ganas a ese paseo!!!


Ayer domingo fuimos a la NBA: Miami Heat Vs. Detroit Pistons. La sensación de todos fue la misma: un fiasco. Mucho show, muchas luces, mucha música, mucho ruido! Les dicen lo que tienen que cantar y cuando!! No podíamos creer que siempre que atacaban los Heat, sonara la música para que la gente cantara “Let’s go Heats!”. Y no solo eso, sino que además, cambiaban el ritmo cuando atacaban los pistons, para que la gente cantara “DE-FENSE!”

En fin… arriba Aguada y el basquetbol yorugua!!!